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Consideramos que una plataforma digital nos permite hacer lugar al psicoanálisis, a modo de extenderlo, esparcirlo (jugando con la etimología de plataforma) o expandirlo como práctica del decir y deslindarnos así de plantearlo como un saber terminado o una teoría. La propuesta es gestar una búsqueda en tanto decirescribir que no se ahorre su relación al goce, que no busque aligerarse de él para mejor decirse. Decirescribir que consideramos como una relación siempre singular a la lengua, que se fugue del fascismo del sentido, de la coagulación del signo saussuriano, de la lengua única, de la orto-grafía y la sintaxis que buscan poner orden y hacer consistir lo que no hace sino insistir.

Práctica del decir que diga de una relación al saber y al conocimiento incitable -en el doble sentido de no pasible de cita y de incitación- no recuperable por academia alguna.

Plataforma como base mínima de apuntalamiento a una apuesta que no uniformice, ni se resguarde en los efectos de grupo. Base móvil e inestable para un psicoanálisis que se hace deshaciéndose cada vez, en cada intento fallido de decir de sí mismo, de lo intransmisible de su práctica, y sin embargo…

Hace ya casi 100 años que Walter Benjamin en un texto escrito en francés (1), había planteado que la técnica no necesariamente es un obstáculo para el arte y para el pensamiento (2), y que, de hecho, sería importante considerar las condiciones técnicas que han determinado las producciones artísticas, puesto que, quiérase o no, se encuentran intrínsecamente presentes en las mismas.

De hecho, para Benjamin la técnica permitió una serie de reconfiguraciones entre, por ejemplo, el “original” y la “copia” o el carácter de lo “auténtico” que llevaron al arte a una especie de vaciamiento y al surgimiento de “el arte por el arte.” Ante esta inminente metamorfosis, la única manera para reivindicar el arte, cosa que desde el punto de vista de Adorno y Horkheimer era prácticamente imposible, era politizarlo:

Si el criterio de autenticidad llega a fallar ante la producción artística, es que la función social del arte en su conjunto se ha trastornado. En lugar de su fundamentación en el ritual, debe aparecer su fundamentación en otra praxis, a saber: su fundamentación en la política (3).

Este es tan solo un ejemplo de que la discusión sobre si la técnica obtura o abre pensamiento, creación, posibilidades, etc., puede plantearse de muchas maneras y también generar distintas respuestas. En el caso del arte, por ejemplo, también se puede decir, en defensa de la técnica, que han sido sus transformaciones, las que han ido abriendo brecha a otra manera de hacerse y de concebirse. Así que inspirados en Benjamin, convencidos de que las transformaciones de la técnica bien pueden ser eficaces medios para abrir nuevas brechas y replantearnos problemas propios de la especificidad del psicoanálisis, hemos decidido abrir este espacio digital que pretende también ubicarse en las fronteras y en los intersticios de la práctica del psicoanálisis con otros campos como el arte y la filosofía.

¿Por qué le llamamos e-dicciones Justine?

e-dicciones por el énfasis que mencionamos anteriormente en la dicción, esto es, en el decir del psicoanálisis y Justine por la perra de Jacques Lacan cuyo nombre se lo debe a Justine o los infortunios de la virtud, novela de Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como Marqués de Sade.

Justine o los infortunios… que quizás hoy leeríamos atravesados por unas advertencias de género y queer.

Justine como animal que habla de otro modo, ¿más allá o más acá del lenguaje?, ¿que no toma al otro por Otro? Recuerden que el animal humano devenido sujeto le ladra al Otro en búsqueda de respuestas que no obtendrá.

El 21 de diciembre de 1976 en su seminario L’insu que sait de l’une-bévue s’aile a mourre, dirá: “Con el lenguaje nosotros ladramos por ‘una respuesta del Otro’, y lo que quiere decir SA barrado, es eso lo que quiere decir, es que eso no responde.” (4)

Curiosa redistribución de los privilegios desde los dichos de Lacan, en el Seminario: La identificación, clase 3 del 29 de Noviembre de 1961:

“Cerca mío, entre el medio de Mitsein donde me sostengo como Dasein, tengo una perra que he nombrado Justine en homenaje a Sade, sin que, créanlo bien, yo ejerza sobre ella ninguna sevicia orientada. Mi perra, en mi sentir y sin ambigüedad, habla. Mi perra tiene la palabra, sin ninguna duda. Esto es importante, pues esto no quiere decir que ella tenga totalmente el lenguaje. La medida en la cual ella tiene la palabra sin tener la relación humana con el lenguaje es una cuestión desde donde vale la pena considerar el problema de lo preverbal. ¿Qué es lo que hace mi perra cuando habla, a mi entender? Yo digo que ella habla. ¿Por qué? Ella no habla todo el tiempo: ella habla, contrariamente a muchos humanos, únicamente en los momentos en que tiene necesidad de hablar. Ella tiene necesidad de hablar en algunos momentos de intensidad emocional y de relaciones con el otro, conmigo mismo, y con algunas otras personas. La cosa se manifiesta por una especie de pequeños gemidos faríngeos. Esto no se limita a eso. La cosa es particularmente impactante y patética al manifestarse en un cuasi-humano que hace que hoy tenga la idea de hablarles de ella.”

¿Cómo leer estas palabras de Lacan? ¿Desde el reproche derridiano en El animal que estoy si(gui)endo? ¿Desde una necesaria problematización antiespecista?, ¿desde la relación a las hembras de toda especie? Seguramente entre, o no sin, todas esas consideraciones y otras, pero desde el borde de la relación a la lengua y al/los decir/es.

“Lamento mucho que parezca, con esta referencia, restablecer el corte entre la especie canina y la especie humana. Esto para significarles que ustedes se equivocarían completamente de creer que el privilegio que yo doy al lenguaje participa de algún orgullo en ocultar esa suerte de prejuicio que haría del hombre, justamente, alguna cima del ser. Atenuaré este corte diciéndoles que si le falta a mi perra esa suerte de posibilidad, no despejada como autónoma antes de la existencia del análisis, que se llama la capacidad de transferencia, esto no quiere decir, de ningún modo, que eso reduzca con su partenaire, quiero decir conmigo mismo, el campo patético de lo que en el sentido corriente del término llamo, justamente, las relaciones humanas” – dirá más adelante.

En l´étourdit , Lacan nos arrojará a la cara -sin desplegarlo- la feliz expresión “prácticas del decir”. Dicciones juega con esa relación al decir, en tanto práctica y desde su costado más material. Paradójicamente -dado que se trata de un sitio digital- pero, ¿acaso eso nos exime de toda materialidad? No nos parece para nada evidente. En este sitio la apuesta es que el decir adquiera su materialidad al hablar el otro y al otro.

Justine como especies de compañía, en la línea de Donna Haraway y como perras que insisten en “un tipo de cuento muy común y corriente, lleno de malentendidos, logros, crímenes y esperanzas renovadas”.

Finalmente, porque Justine nos recuerda que todo discurso tiene su origen en el discurso del amo y que las relaciones entre los seres diverso-hablantes son posibles de otros devenires en compañía.

Nous considérons qu’une plate-forme numérique permet de faire place à la psychanalyse, en la prolongeant, en la diffusant (jouant avec l’étymologie de plate-forme) ou en l’élargissant comme pratique de dire et en se séparant ainsi de la poser comme un savoir fini ou une théorie.

La proposition est de produire une recherche tant que dirécrire que ne sauvegarde pas sa relation a la jouissance, que  ne cherche pas à s´en alléger d´elle pour se mieux dire.

Dirécrire que nous considérons comme une relation toujours singulière á la langue, qui échappe au fascisme du sens, à la coagulation du signe saussurien, à la langue unique, à l’orthographe et à la syntaxe qui cherchent à mettre de l’ordre et à faire consister ce qui n’arrête pas d’insister

Pratique du dire que dit d’un rapport au savoir et à la connaissance incitable – au double sens de non soumis à la citation et à l’incitation – non récupérable par aucune académie.

Plate-forme comme base minimale pour soutenir un pari qui ne standardise pas, qui n’est pas protégé par les effets de groupe.

Base mobile et instable pour une psychanalyse qui se fait en défaisant à chaque fois, à chaque tentative ratée de dire sur elle-même, l’intransmissibilité de sa pratique, et pourtant …

Il y a près de 100 ans, Walter Benjamin, dans un texte rédigé en français, avait déclaré que la technique n’est pas forcément un obstacle à l’art et à la pensée, et qu’en fait, il serait important de considérer les conditions techniques qui ont déterminé les productions artistiques, puisque, qu’on le veuille ou non, ils y sont intrinsèquement présents.

En fait, pour Benjamin la technique a permis une série de reconfigurations entre, par exemple, «l’original» et la «copie» ou le caractère de «l’authentique» qui a conduit l’art à une sorte de vidage et l’émergence de «l’art pour l’art.»

Face à cette métamorphose imminente, le seul moyen de récupérer l’art, qui du point de vue d’Adorno et Horkheimer était pratiquement impossible, était de le politiser:

Si le critère d’authenticité échoue face à la production artistique, c’est que la fonction sociale de l’art dans son ensemble a été perturbée. Au lieu de son fondement dans le rituel, son fondement doit apparaître dans une autre praxis, à savoir: son fondement dans la politique.

Ceci est juste un exemple que la discussion sur la question de savoir si la technique ferme ou ouvre la pensée, la création, les possibilités, etc., peut être posée de nombreuses manières et générer également des réponses différentes.

Dans le cas de l’art, par exemple, on peut aussi dire, en défense de la technique, que ce sont ses transformations qui ont ouvert une brèche vers une autre manière de se faire et de se concevoir. Tellement inspirés par Benjamin, convaincus que les transformations de la technique pourraient bien être des moyens efficaces pour ouvrir de nouvelles lacunes et repenser les problèmes inhérents à la spécificité de la psychanalyse, nous avons décidé d’ouvrir cet espace numérique qui cherche aussi à se situer sur les frontières et dans les interstices de la pratique de la psychanalyse avec d’autres domaines tels que l’art et la philosophie.

Pourquoi l’appelons-nous e-dicciones Justine ?

e-dicciones par l’accent que nous avons évoqué plus haut sur la diction, c’est-à-dire dans le dire de la psychanalyse et Justine le chien de Jacques Lacan dont le nom a été donné à l’occasion de Justine ou Les malheurs de la vertu, roman de Donatien Alphonse François de Sade, plus connu sous le nom de Marquis de Sade. 

Justine ou les malheurs … qu’on lirait peut-être aujourd’hui traversés par des avertisse-ments de genre et queer.

Justine comme un animal qui parle d’une manière différente, au-delà ou plus ici que le langage,  qui ne prend-elle pas l’autre pour un Autre? Rappelez-vous que l’animal humain devenu sujet aboie sur l’Autre à la recherche de réponses qu’il n’obtiendra pas.

Le 21 décembre 1976, dans son séminaire L’insu que sait de l’une-bévue s’aile a mourre, il dira: «Avec le langage on aboie pour ‘une réponse de l’Autre’, et ce que signifie SA barré, c’est que ce qu’il veut dire, c’est qu’il ne répond pas.»

Curieuse redistribution des privilèges à partir des paroles de Lacan, dans le Séminaire: Identification, classe 3 du 29 novembre 1961:

«Près de moi, au milieu de Mitsein où je me tiens comme le Dasein, j’ai un chien que j’ai nommé Justine en hommage à Sade, sans, croyez-le ou non, j’exerce sur elle aucune cruauté dirigée. Mon chien, à mon avis et sans ambiguïté, parle. Mon chien a la parole, sans aucun doute. Ceci est important, car cela ne signifie pas qu’elle a pleinement la langue. La mesure dans laquelle elle a le mot sans avoir le rapport humain avec le langage est une question à partir de laquelle le problème du préverbal mérite d’être examiné. Que fait mon chien quand elle parle, à mon avis? Je dis qu’elle parle. Pourquoi?

Elle ne parle pas tout le temps: elle ne parle, contrairement à beaucoup d’humains, qu’à des moments où elle a besoin de parler. Elle a besoin de parler à des moments d’intensité émotionnelle et de relations avec l’autre, avec moi-même et avec d’autres personnes. La chose se manifeste par une sorte de petits gémissements pharyngés. Cela ne se limite pas à cela. La chose est particulièrement choquante et pathétique lorsqu’elle se manifeste dans un quasi-humain qui me donne l’idée de vous en parler aujourd’hui. »

Dans L´étourdit, Lacan nous jettera à la figure – sans l’afficher – l’expression heureuse «pratiques du dire». Dicciones joue avec cette relation au dire en tant que pratique et de son côté plus matériel. Paradoxalement – étant donné qu’il s’agit d’un site numérique – mais cela nous exempte-t-il de toute matérialité? Cela ne nous paraît pas évident.

Justine en tant qu’espèce compagne, dans la veine de Donna Haraway et en tant que chiens qui insistent sur «un genre d’histoire très ordinaire, plein d’incompréhensions, de réalisations, de crimes et d’espoirs renouvelés».

Enfin, parce que Justine nous rappelle que tout discours a son origine dans le discours du maître et que les relations entre les êtres de langue diverse peuvent faire place pour d’autres devenirs en compagnie.

1 Se trata de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, ensayo que fue escrito en francés, publicado en 1936 y que tenía como objetivo central plantear la relación entre arte de vanguardia y revolución política. Un texto singular, dado que su escritura se encuentra en el contexto de un punto de inflexión histórica decisiva no solo para el arte y la política.

2 Si bien la práctica del psicoanálisis, no necesariamente se sitúa en alguno de estos dos campos, no por eso deja de ser pertinente la pregunta por la técnica.

3 En el caso del psicoanálisis la relación a la política exige ser repensada. Consideramos que algunas frases de Lacan como la que encontramos en la conferencia de Ginebra “la política del psicoanálisis es el síntoma” o “El inconsciente es la política” en el Seminario de la lógica de la fantasía, lejos de ser concluyentes nos plantean preguntas.

4 Ibíd., p. 51.