En la película estrenada en 2022 por David Cronenberg “Crimes of the Future” se presenta una erótica de modificación corporal –a veces– extrema, a veces más que extrema:
“— La cirugía es el nuevo sexo.
— Mmm
— ¿Tiene que haber un nuevo sexo?
— Sí.
— Sí, es hora”1
La suspensión del dolor o su reubicación abren nuevas posibilidades somáticas. Lo ahora indoloro reconfigura lo pulsional.
“Hay para agregar esto — puesto que acabo de darles cuatro, de estas pulsiones parciales [de comer, de cagar, de beber y de parlotear] — hay para agregar esto, que hay otra, que transcurre en las fronteras de aquello por lo cual el goce es algo que concierne al cuerpo y sus confines. Eso se llama: el dolor”2.
“El dolor tiene una función”
Función sexual, entre otras. Otros órganos, otras funciones. Otras gravedades del deseo:
“Este nuevo órgano, es, uhm, está cambiando mis centros de dolor”
Ya desde “Tres ensayos de teoría sexual”, Freud ponía en entredicho lo genital como capital inconsciente de lo sexual, aún más de lo erógeno. Con Cronenberg, lo polimorfo se materializa, se encarna en una nueva organización de pretensión estética, los performers —protagonistas de la película— hacen de la cirugía estética su arte y su sexo. Precisamente (lo y el) “plástico” es tema central en un mundo distópico donde empiezan a aparecer diversidad de coprofagias, ya no de desechos nutricios, sino de desechos del consumo propios del Capitaloceno.
“— [Es] tiempo para la evolución humana sincronizarse con la tecnología humana.
Hemos empezado a alimentarnos de nuestros propios desechos industriales. Es nuestro destino.
— El resultado final es que no puedes comer comida.
— Pues bueno, comemos alimentos modernos. Comemos plástico”
¿Son estos mundos y estos cuerpos habitables? ¿vivibles? ¿qué tan cerca de ellos estamos? Saltos en la materialidad corporal-tecnológica tienen un indudable impacto global, lo sexual —tan mediatizado actualmente, por ejemplo, por el cristal líquido de pantallas— insta a seguirnos cuestionando sobre el “cuerpo y sus confines”, si esos confines son o pueden ser también inorgánicos o neorgánicos… si una pantalla duele.
Invitamos a conversar con Iván Sanabria y Jonathan Torres quienes en diálogo con la película realizarán una propuesta artística a través de la articulación imagen/texto, que problematiza algunas de las tesis poshumanas y tecnofílicas actuales por otras más inexactas, que alojan la potencia de un pathos y que habitan las heridas de un discurso científico defectuoso, ligadas a un devenir distópico indefinido, donde aún prolifera la incertidumbre en lo que a la carne se refiere. Pero también de una biología no darwinista, pensada más allá de las hormas del determinismo eugenésico y la adaptación evolutiva, que proviene de los ideales humanistas en las representaciones/imágenes sobre el cuerpo, la ciencia, la medicina y el uso de los placeres en Occidente. Roberto Marín Villalobos hilvanará dichas participaciones con algunas consideraciones para la práctica analítica.
Stevenmef
21 noviembre, 2024 @ 2:42 am
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