El sábado 28 de mayo se llevó a cabo la siguiente actividad en Tribu Maldonado, Montevideo:
Saber oculto, verdades indómitas y psicoanálisis
Al someterse a las razones de la cientificidad el psicoanálisis dejó caer esos saberes ocultos, aquellas verdades indómitas, dejando todo eso a cuenta de la creencia o de la parapsicología. Extrañamente para el psicoanálisis, lo que tenía aires de irracional, fue despreciado. Sin duda que Sigmund Freud contribuyó a eso en su afán de reconocimiento para el psicoanálisis. Frente a los altares de la ciencia se inmolaron experiencias con la expectativa de que fueran expropiadas para el saber a través de la experimentación. Y aunque Freud dejó puertas abiertas al plantear una relación entre sueño y telepatía, o al postular una transferencia de pensamientos, sus discípulos se apresuraron en ocultar las pistas. ¿Esperaban reducir esos fenómenos a ecuaciones tolerables para los voceros del progreso y el crecimiento globalmente heterogéneo?
Gloria Leff, ya desde su libro Freud atormentado (y por no decir desde Juntos en la chimenea al abordar la contratransferencia), se topó repetidamente con esos fenómenos a los que no se les podía dar explicaciones racionales. Y se topó con ellos leyendo a Freud, que llegó a plantear que la transferencia de pensamientos había que abordarla como se lo hacía con los sueños o los actos fallidos, o simplemente marcar como no resuelto aquello que no se rendía al saber del momento. Esa ha sido la clave olvidada: dejar que el método analítico opere. Y Leff, en vez de seguir de largo, dirigió la mirada hacia aquellos que estaban alrededor de Freud, y se encontró que había otros que no dejaron caer aquello tan rápidamente. Fundamentalmente István Hollós, un analista de Budapest, que- junto con Sandor Ferenczi- se adentró en esos campos marcados por un Non plus ultra. Ambos, y tal vez por eso, sufrieron una censura más o menos explícita. Por lo menos notoria en la resistencia a que sus textos pasaran las fronteras de la lengua en que fueron escritos, el húngaro.
Son los textos de Hollós, aún pasados los años, los que permiten alguna demarcación en esos campos supuestamente inexplorados. Posiblemente la exclusión de lo que escribió se haya duplicado en tanto su práctica implicaba llevar el psicoanálisis al campo de la locura. Los locos, esos seres perturbadores para el orden del mundo, le proveyeron de experiencias telepáticas, multiplicaban lo inquietante y lo oscuro, y con ellos estableció un intercambio que es necesario conocer. ¿Cómo hacer para que esas puertas no vuelvan a cerrarse? ¿Acaso el psicoanálisis sometido a la respetabilidad burguesa puede ser una experiencia viva? El libro de Leff, Lo oculto: verdad indómita. Freud, István Hollós… y otros, es un recorrido que no solamente se adentra en esas experiencias, sino que también alerta sobre como los analistas pueden volver a dejar caer su método, una vez más, sin darse cuenta.